Observando imágenes de nuestro planeta, la Tierra, tenemos tres factores que predominan, y podemos verificar por qué el medio físico se divide tradicionalmente en tres partes principales: la porción de agua de nuestro planeta, la hidrosfera; el envoltorio gaseoso de la Tierra, la atmósfera; y, por supuesto, la Tierra sólida.
Nuestro medio ambiente está entrelazado por todos los factores que componen a las partes principales del medio físico, y se caracteriza por interacciones continuas entre ellas.
Tenemos también a la biosfera, que constituye la totalidad de vida vegetal y animal sobre nuestro planeta, interacciona con todas las partes del medio físico y es una parte igualmente integrada del planeta. Así, se puede pensar que la Tierra está formada por cuatro esferas principales: la hidrosfera, la atmósfera, la Tierra sólida y la biosfera.
Hidrosfera
La hidrosfera es una masa de agua dinámica que está en movimiento continuo, evaporándose de los océanos a la atmósfera, precipitándose sobre la Tierra y volviendo de nuevo al océano por medio de los ríos.
El océano global es, por supuesto, el rasgo más destacado de la hidrosfera: cubre casi el 71 por ciento de la superficie terrestre hasta una profundidad media de unos 3.800 metros y representa alrededor del 97 por ciento del agua de la Tierra. Sin embargo, la hidrosfera incluye también el agua dulce que se encuentra en los torrentes, lagos y glaciares. Estos últimos son responsables de esculpir y crear muchos de los variados paisajes de nuestro planeta.
Atmósfera
La Tierra está rodeada de una capa gaseosa denominada atmósfera. En comparación con la Tierra sólida, la atmósfera es delgada y tenue. La mitad se encuentra por debajo de una altitud de 5,6 kilómetros y el 90 por ciento ocupa una franja de tan sólo 16 kilómetros desde la superficie de la tierra.
A pesar de sus dimensiones, este delgado manto de aire es una parte integral del planeta. No sólo proporciona el aire que respiramos, sino que también nos protege del intenso calor solar y de las peligrosas radiaciones ultravioletas. Los intercambios de energía que se producen de manera continua entre la atmósfera y la superficie de la Tierra, y entre la atmósfera y el espacio, producen los efectos que denominamos tiempo y clima.
Si, como la Luna, la Tierra no tuviera atmósfera, nuestro planeta no
sólo carecería de vida, sino que, además, no actuarían muchos de los procesos e
interacciones que hacen de la superficie un lugar tan dinámico. Algunos de estos procesos son la
meteorización y la erosión, y sin ellos, la faz de nuestro planeta se parecería mucho a la superficie
lunar, que no ha cambiado apreciablemente en casi tres mil millones de años de
historia.
Biosfera
La biosfera incluye toda la vida en la Tierra. Está concentrada cerca de la superficie en una zona que se extiende desde el suelo oceánico hasta varios kilómetros de la atmósfera. Las plantas y los animales dependen del medio ambiente físico para los procesos básicos de la vida. Sin embargo, los organismos hacen algo más que responder a su medio ambiente físico. A través de incontables interacciones, las formas de vida ayudan a mantener su medio y lo alteran. Sin la vida, la constitución y la naturaleza de la Tierra sólida, la hidrosfera y la atmósfera serían muy diferentes.
Tierra Sólida
Debajo de la atmósfera y los océanos se encuentra la Tierra sólida, toda la parte del planeta desde su superficie hasta lo más profundo de este.
Gran parte del estudio de la Tierra sólida se concentra en los accidentes geográficos superficiales más accesibles. Por fortuna, muchos de estos accidentes representan las expresiones externas del comportamiento dinámico de los materiales que se encuentran debajo de la superficie. Examinando los rasgos superficiales más destacados y su extensión global, podemos obtener pistas para explicar los procesos dinámicos que han conformado nuestro planeta.
- Tarbuck, E. J., Lutgens, F. K. (2005). Ciencias de la Tierra: Una introducción a la geología física. España: Pearson Prentice Hall.